6.2.08

ADD anverso.

El hombre bala se prepara. Cruzará el mar de la incertidumbre. Pocos creen en su proeza, él confía, no necesita que crean en él, lleva años apretujándose en el lúgubre cañón de la voluntad. Listos, dice el enano encargado de la pólvora. El hombre bala conecta el casco a su cerebro. Sube la infinita escalera. Llega a la punta del cañón, saluda confiado a los espectadores inexistentes. Dentro del tubo de acero piensa en su madre, aunque el hombre bala es huérfano. Necesita olvidar algo que le suba el desánimo. El enano enciende la antorcha de la libertad. El viento sopla. El fuego no se extingue. El hombre bala estira el pulgar. OK. Miles de luciérnagas invisibles refulgen en la mecha. Llueve al revés. 3, 2, 1, 0, -1,... La mira del cañón es ciega. El hombre bala estría el aire con un zumbido. No se le ocurre dónde aterrizar, quizás en un lugar desconocido. El enano apaga la mecha, se mete el cañón en el bolsillo. Es que a sus niños les prometió un juguete.

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